Calle o capta huella. La validación de partidos políticos

Por Sthefanie Balcázar E / @sthefy2101

Con un sentimiento de resignación, muchos venezolanos se levantaron una mañana con la idea de que validar los partidos de la oposición representa una pérdida de tiempo, ¿por qué validar ante una institución que que carece de autonomía? ¿Por qué confiar en el CNE si obedece órdenes del gobierno? Estas preguntas eran parte de la espontaneidad que se logró ver en las redes sociales desde que los partidos de la Mesa de la Unidad Democrática decidieron cumplir con el proceso de validación que exigió el CNE para el primer trimestre del año.

Ese sentimiento de resignación se fue contagiando de la ávida disposición de los activistas color naranja que se apoderaron de las plazas Bolívar, así como distintos puntos de validación, ubicados en todo el país y que se encargaron de la logística para cumplir con la meta de 12 estados que exigía el CNE. Voluntad Popular, el partido naranja que tiene 12 dirigentes encarcelados, entre ellos su líder Leopoldo López y dos alcaldes, una investigación contra su coordinador nacional encargado y vicepresidente de la Asamblea Nacional, Freddy Guevara, dirigentes en el exilio forzado e innumerables denuncias por persecución, pero que declaró no ponerle «en bandeja de plata nuestra tarjeta y nuestro sentimiento a la dictadura», demostraron durante ese fin de semana, estar preparados para vencer cualquier obstáculo y adversidad. (Lograron más de 150 mil firmas en 23 Estados).

Al transcurrir la primera jornada de validación, nos acercamos al centro de recolección de San Bernardino, donde la funcionaria del CNE que asistía la única máquina dispuesta para ese sector, no se encontraba. Por lo que alrededor de 15 personas tuvieron que esperar hasta la 1:00 pm a que regresara de almorzar. Una señora delgada, de tez clara y cabello negro corto observa la cola y dice «aquí lo que hay son mujeres, ¿dónde están los hombres que no vienen a firmar por el país? A lo que otra respondió otra, «porque somos las que salimos de la casa, hay que traer a los esposos e hijos de todas». La máquina de aquel toldo, custodiado por tres militares con armas largas, se reactivó a la una en punto. Continuó el flujo de personas, que en primer lugar entregaron a la funcionaria su cédula de identidad, verificaron su dirección, teléfono y con mucha seguridad nombraban «VPA», las siglas de Voluntad Popular Activistas, su opción para validar, para que no se confundiera con Vanguardia Popular, otro partido que también debía realizar su jornada ese fin de semana. El proceso en este sector transcurrió de forma regular, sin inconvenientes.

Otras zonas de Caracas no contaron con la misma suerte, pues ciudadanos y activistas del partido denunciaron la quema del toldo y material de propaganda por parte de grupos colectivos afectos al gobierno. También, una operación morrocoy que hacía más lento el proceso y que molestó a los vecinos de distintos sectores, como por ejemplo el municipio El Hatillo. Eran las cinco de la tarde y los funcionarios del CNE dijeron que era tiempo de cerrar la máquina cuando aún quedaban unas 50 personas en espera. El alcalde David Smolansky trató de mediar para que se atendiera a quienes aún estaban en cola, sin embargo no se logró. «Queremos validar, queremos validar», gritaban en protesta al CNE hombres y mujeres entre los 20 y 60 años en la Plaza Bolívar de El Hatillo.

Fue interesante percibir cómo la gente confiaba en Voluntad Popular y manifestaban su apoyo al partido “por Leopoldo”, “porque está haciendo un sacrificio grande”, “porque es el único que habla claro”. Esto lo comentaban la mayoría de los jóvenes y adultos mayores que logramos abordar ese día.

En efecto, fue evidente cómo la resignación inicial de la gente se fue contrastando con la disposición de quienes salieron ese día a validar un partido político que tiene medidas de protección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, debido a los casos de persecución que lo caracterizan. Es curioso preguntarse cómo es que las últimas convocatorias a marchas, concentraciones, quizá no resultaron tan efectivas en cuanto a cantidad de gente, pero lo que sí fue efectivo, fue la cola que se vio en la mayoría de los centros de validación para firmar por un partido opositor. ¿Por qué ocurrió esto? ¿Por qué 150 mil personas salieron a la calle, hicieron cola mínimo por dos horas, para apoyar un partido?

Según la encuestadora Venebarometro, el año pasado un 65,1% de los venezolanos estaban dispuestos a votar si las elecciones se daban a través del Referendo Revocatorio. Hoy, la cifra de quienes quieren un cambio es mayor. La respuesta sencilla a esto, es que los venezolanos creen firmemente en el poder democrático para cambiar un gobierno. Aún Venezuela tiene un pueblo que cree en las herramientas democráticas, en la participación y el protagonismo del pueblo, que deposita en sus líderes la confianza a través de su voto y que quizá no le interese mucho marchar unas cuantas calles y enfrentarse a la represión militar, sino más bien enfrentarse a un capta huella y a una tinta indeleble que demuestre su posición ante las políticas de Estado y sus ansias de autorescatarse. Si muchos no creían que validar un partido era una opción, hoy está más que claro que esas firmas se pueden interpretar como un ejemplo de participación democrática para lograr mejoras en los estándares de libertad y progreso del país.

Citando un pensamiento de Bolívar sobre la democracia,“en el orden de las vicisitudes humanas no es siempre la mayoría de la masa física la que decide, sino que es la superioridad de la fuerza moral la que inclina hacia sí la balanza política”, esa fuerza moral aún está intacta en cada venezolano. El reto de los partidos políticos y de esa Unidad golpeada, es despertarla lo más pronto posible.