Editorial: La reconstrucción de Venezuela – ¿Desde Afuera?

No es un secreto para los venezolanos y para el resto del mundo que Venezuela,  o la pequeña Venecia, es un país que cuenta con tremendos recursos naturales –incluyendo las reservas de petróleo más grandes del Mundo, así como con una ubicación estratégica que podríamos considerar el verdadero ombligo del mundo: entre Norte y Suramérica, con acceso directo a Europa, y un tránsito hacia Asia relativamente cómodo a través del canal de Panamá.

Sin embargo, a pesar de estas bondades de la naturaleza, son muchos los que no pueden explicar por qué si tenemos un país con tantos recursos, no logramos solidificar nuestro camino hacia el progreso, y por el contrario, cada día nos alejamos más de él.  Son muchas las razones que explican nuestra realidad:  la dependencia en el petróleo, las políticas públicas y económicas mal implementadas, los hechos de corrupción, la actitud paternalista del Estado, la falta de personal calificado y especializado para reinventar y diversificar el aparato productivo del país, entre otras.  El “personal calificado”, elemento clave del progreso, se hace cada día menos disponible debido al gran efecto de diáspora que vive nuestro país.

Según un estudio de Iván De La Vega,  sociólogo de la Universidad Simón Bolívar (Caracas, Venezuela), en los últimos 10 años más de un millón 200 mil venezolanos salieron del país.  Independientemente de las razones que nos llevaron a seguir nuestras vidas fuera de Venezuela, no significa que no queramos a nuestro país y que no nos importe lo que en él esté ocurriendo.  Al contrario, nuestro rol como venezolanos en el mundo se hace aún más esencial para llevar a cabo los planes de reconstrucción de nuestro país.

La gran mayoría de los venezolanos que vivimos fuera debemos sentir la obligación de organizarnos para mantener viva nuestra idiosincrasia y nuestra cultura, y para, de manera directa o indirecta, ser agentes de cambio en la re-planificación y re-construcción que sabemos nuestro país implora.  Es por ello que nos toca a todos recopilar los mejores valores de los países en los que vivimos y las mejores prácticas económicas, políticas y sociales y plasmarlas en un plan de reconstrucción de Venezuela que abarque todos los ámbitos, pero sobre todo aquellos relacionados con los motores fundamentales del progreso: salud, educación e investigación científica.

Ahora bien, para que podamos ejercer eficaz y eficientemente nuestra influencia sobre los planes futuros de nuestro país, no sólo debemos recopilar estas ideas y organizarnos como comunidad en el exterior.  También es importante que el gobierno nacional genere las políticas y el ecosistema adecuado para fomentar el retorno de los miles de profesionales o que al menos establezca los canales y plataformas apropiadas para que desde afuera podamos contribuir con el progreso de nuestro país.

Está por verse si nuestros gobernantes actuales o futuros estarán dispuestos a abrirnos esta posibilidad.

Venezolanos en el Mundo