8 señales de que fuiste criado por una madre venezolana
Aprendiste a diferenciar los géneros de películas.
A las mamás venezolanas les encanta la audiencia, a veces son “showseras” y tienen varias puesta en escena:
La Comediante trata de avergonzarte en público siempre que puede, mostrando tus fotos de bebé, revelando cómo te orinabas en la cama y contando chistes acerca de tu infancia.
La Dramática te reclama por qué ya no sales con ella o por qué no la abrazas como cuando tenías seis años, y te suelta comentarios como “si te pide un favor Andrés, seguro que vas rapidito”.
La de Ciencia Ficción es aquella que te lanza la “chola” desde lejos sin previo aviso y te las ingenias para esquivarla como en Matrix.
Y la más espeluznante de todas, la de Horror, es aquella que entra a tu cuarto y ve que no has llevado los vasos a la cocina ni mucho menos recogido la ropa sucia de la semana pasada, y se transforma en un ser despiadado que te hará correr para salvar tu vida (o tu mesada).
Tienes bien clarito que “mientras vivas bajo este techo, se hace lo que yo diga”.
A pesar de todo el amor y la paciencia que te ofreció durante tus primeros años, nunca le faltó la famosa frase con la cual te hacía entender que debías obedecerla. Esta frase significa que, básicamente, “estás fregado”.
Comprendes fuerzas de atracción implícitas.
Cuando tu madre te grita desde la cocina, inmediatamente contestas “¡¿Qué?!”. Sin embargo, ella no te responde incluso cuando te oye: esta es la mayor fuerza de atracción que existe, ya que entiendes que debes acercarte a donde ella esté para evitar un regaño.
Fuiste testigo del verdadero multitasking.
La madre venezolana es la reina del multitasking. Siempre anda full trabajando, preparando loncheras, comprando útiles para el colegio, ordenando la casa, en conferencias telefónicas, ayudando a la familia y hasta al vecino. Aún así, siempre se las arregla para estar bonita y presentable para realizar los ‘quehaceres’ diarios. Maquillada, bien vestida y peinada, lista para recibir cualquier reto.
Estás convencido de que “la mejor Hallaca la hace mi mamá”.
Encontrarás a pocos que opinen distinto… sobre sus propias madres, claro.
Nada se le compara a ese olor que llena la casa en la época decembrina, seguido de ver a tu mamá esperándote en la mesa con la hallaquita lista para comer y diciéndote: “está servido”.
Alucinaste con sus súper-poderes para encontrar las cosas.
Cuando no encuentras algo, mágicamente, mamá sabe dónde está. Muchas veces te maravillaste de esta habilidad.
Luego, con los años, entendiste que cada semana cambiaba las cosas de lugar. Donde antes encontrabas los vasos ahora están los platos; los muebles están volteados y el colgadero de llaves ahora es un bowl que combina con el mantel de la mesa. Es por eso que son las únicas que saben el (nuevo) lugar de todas las cosas.
Sabes que se necesita poco para ser feliz.
Las mamás saben cómo improvisar una tarde de sorpresa. Qué emocionante cuando tu mamá te buscaba al colegio en un día normal y espontáneamente te preguntaba si querías ir a tu restaurant de comida rápida favorito. Solo imaginarte en el parque corriendo y saltando, te hacía amarla aún más.
Y aprendiste que compartir es uno de los secretos de la amistad… empezando por el contenido de la lonchera.
Siempre que podía, tu mamá mandaba más comida de la necesaria al colegio. La mejor parte de abrir la lonchera era la cara de felicidad de tus amigos al probar esas riquísimas arepas, los juguitos de cartón, la malta, las frutas y chucherías que intercambiabas con ellos.
Hoy en día, haces lo mismo con tus panas y colegas, hermanados todos después de una comida o un trago.
Cortesía de Matador Network en Español
*Sobre la autora. Cantante y periodista venezolana nacida en Caracas pero San Antoñera de corazón. Amante de los perros, la música y los viajes alrededor del mundo. Actualmente vive en Melbourne (Australia) y trabaja por la unión del periodismo audiovisual con su carrera como cantante.