Estos venezolanos cuentan cómo es su vida en el exterior

Wilmar Medina Fuenmayor, Panorama

“No tener una visión clara y positiva sobre el crecimiento personal y profesional hizo que dejara Venezuela para iniciar un nuevo rumbo y buscar el éxito y estabilidad para mi familia en Irlanda”, así relata Jorge De Vega (coordinador de VenMundo en Irlanda) su experiencia luego de irse del país desde hace casi 8 años buscando oportunidades laborales que lo llevaron a convertirse en gerente de redes e ingeniero de soporte para Linux y una importante casa de bolsa.

“Irlanda, afortunadamente, es un país donde no faltan las oportunidades. No ha sido fácil, aunque la gente es muy amable, hay seguridad, el respeto por las personas es un valor presente en la sociedad Irlandesa, y mi profesión y experiencia me permitieron incorporarme al mercado laboral sin mayor problema; siempre encuentras ciertas dificultades. El idioma, el iniciar un proceso de integración a la sociedad, tener que comenzar a aprender de nuevo cómo operan las cosas en un nuevo país, por solo mencionar algunas, hacen las cosas un tanto complicadas, pero con el esfuerzo y el trabajo se vencen esas dificultades”, asegura el caraqueño.

“Hay que trabajar muy duro, donde te encuentres compites contra los nacionales o locales, pero  pienso que es igual en todos lados; ahora acá, a  diferencia de lo que está sucediendo en Venezuela, este trabajo duro y constante rinde sus frutos”, argumenta.

Jorge es ingeniero en sistemas, mención informática. Es uno de los cientos de venezolanos que han ‘empacado’ su talento y se lo han llevado en las maletas fuera del país, dejando amigos y familiares, para buscar crecimiento profesional.

“Me he ido, digamos, dos veces. La primera a Portugal, del 2010 al 2013. Cuando terminé mi licenciatura en Periodismo en la Universidad de Coimbra regresé por un año a Venezuela y luego me volví a ir a mediados del 2014, esta vez a Barcelona, España, donde actualmente curso un máster en Dirección Cinematográfica en la Escuela de Cine de Barcelona”, explica el joven.

Para ingresar en la universidad, dice Mauricio, presenté los exámenes normales de cualquier ciudadano portugués y quedé en mi primera opción. Y ahora ingresar al máster en Barcelona tampoco fue extraordinario, presenté mi candidatura a la escuela y eventualmente me aceptaron. La diferencia es que la decisión de venirme a Barcelona no tuvo ningún componente familiar, no tenía ningún conocido acá ni nada parecido, así que fue bastante más arriesgado, pero buscar habitaciones en una ciudad tan desconocida ha sido de las experiencias de vida más adultas que tengo y la aprecio”.

En el exterior, los venezolanos tratan de unirse para apoyarse mutuamente en el duro camino de la migración, de empezar de cero y arriesgarlo todo por nuevas oportunidades. Venmundo (Venezolanos en el Mundo) es una organización presente en 37 ciudades del planeta, fundada en el 2011 con la finalidad de reunir a la comunidad de venezolanos en el exterior para su participación en las elecciones presidenciales de 2012 y creadora de la idea del Día Mundial de la Arepa.

Su coordinadora —Luisana La Cruz — cuenta que desde hace tres años celebramos este día como un día de encuentro, de venezolanidad, de cultura con algo que verdaderamente nos une como hermanos: la arepa.

“De ninguna manera volvería a Venezuela si tuviera que regresar a cómo era el país cuando lo dejé”, puntualiza Mauricio, quien detalla que conoce a varios venezolanos en España que también tomaron la decisión de cruzar las fronteras ‘cazando’ oportunidades.

La decisión no es fácil, ni la adaptación. Ser extranjero supone límites, dificultades, grandes esfuerzos, nostalgia, desarraigo, incertidumbre. Tampoco es una moda, sino un fenómeno impulsado por muchos factores y que afecta con mayor notoriedad al sector profesional y estudiantes universitarios.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) indica que en 85 países del mundo hay venezolanos. Estados Unidos es uno de esos destinos. De la población extranjera en ese país, —41 millones 347 mil—, el grupo de latinos llega a 51,9%, y Venezuela se registra como la población más calificada, explica Magaly Sánchez, investigadora senior en la Oficina de Investigación de la Población, de la Universidad de Princeton (EE UU) y exprofesora de Sociología Urbana en el Instituto de Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

“El grupo venezolano sale con un porcentaje muy alto de personal calificado. Vengo trabajando desde 2010 en dos datas, una con encuesta y otra es muestra.

Se trabajó en un snowball (bola de nieve) nos llevó por todo Estados Unidos y nos remitió al extranjero, Alemania, China (…) en esa data la población venezolana sale altamente calificada. Salen grupos entre los 30 y los 44 años, primero sale el hombre y luego la mujer. Vienen de todas las regiones del país, no hay un dominante, vienen de Maracaibo, Los Andes, Maturín.

El destino dentro de Estados Unidos: Pensilvania, Texas, Florida, Nueva York, están bastante distribuidos”, dice la investigadora que ha dedicado estudios al tema de los inmigrantes latinos.
Siempre ha habido migración de venezolanos, pero en el 2000, dice Sánchez, hubo un pico. El número de inmigrantes criollos creció y en 2012 se registraron 700 mil, según cifras del Departamento de Seguridad Interior (Homeland Security).

Sobre la preparación profesional de los inmigrantes, la profesora detalla que según la encuesta, están más arriba del máster, tienen PHD, hablan hasta tres lenguas, y al ingresar en Estados Unidos, el 84% de la población encuestada ha quedado en la misma profesión o al mismo nivel.

Entre los profesionales, de acuerdo con las investigaciones de Sánchez, el 20% son ingenieros, físicos o matemáticos; el 30% economistas, sociólogos y biólogos; el resto otras carreras, que conforman los recursos intelectuales de Venezuela.

El sociólogo e investigador de la Universidad Central de Venezuela, Iván de la Vega, quien escudriña el tema de la migración, asegura que Venezuela se ha convertido en un país emisor de personal, sobre todo altamente cualificado. “Es hacia múltiples destinos. Hablamos de gente que tiene visa de residentes o que ya cambiaron de nacionalidad, que si las condiciones del país no cambian, ello son retornarán”.

Son tantos los inmigrantes profesionales, que el sociólogo destaca que “se están cerrando postgrados por falta de docentes. Apenas reciben el título se van, principalmente a España. En Ciencia, para 2011 Venezuela tenía un déficit de 72% de los indicadores internacionales. La Organización para el Desarrollo Económico Europeo (OCD) junto con Unesco establece que los países en desarrollo, si se puede decir que Venezuela está en desarrollo, establece que debe haber un equivalente de un investigador por cada mil habitantes. Si decimos que hay 30 millones de habitantes, debe haber 30 mil investigadores, per Venezuela está por debajo de 6 los mil”.

A sus 22 años, el valenciano Mauricio Gomes Porras, ya cuenta con casi cuatro años fuera de la tierra que lo vio nacer y crecer y también comparte su historia como inmigrante. “Llegué a la conclusión de que no valía la pena vivir aburrido, temiendo por mi vida en la calle, pudiendo sólo aspirar a un salario que no alcanzaría para independizarme en mi juventud. A pesar de que las cosas son difíciles afuera para los inmigrantes, al menos hay esperanza. Acá trabajando en una panadería ganaría más que allá como gerente de una multinacional. Así que escogí la de esperanza”.